Antes lo tuve todo, justo cuando nada sabía.
He comido del árbol del bien y del mal. Ahora estoy mucho más lejos. En el Génesis, los cuerpos desnudos son la metáfora de las mentes desprovistas de certezas; antes de la manzana había curiosidad, pero no morbo. Antes de morder todo era bueno y el deseo no era otra cosa que una verdad absoluta y, por lo mismo, una rotunda mentira.
Si yo fuera un Dios, también querría preservar mi creación del dolor y de la angustia de haber perdido su inocencia. Pero si yo fuera un Dios no podría soportar el ver correr a mis criaturas revolcándose un día y otro en el candor del que sospecha pero no entiende nada.
Si yo fuera Él también habría plantado ese árbol y habría creado a la serpiente para sabotearme a mí mismo, también habría inventado el libre albedrío para echarle la culpa a mis criaturas y dormir eternamente en la paz de los justos. Pero Yo no puedo hacerlo, porque ya he mordido la manzana y ahora SÉ.
Y eso sí, ni siquiera Dios puede engañarse a sí mismo.
Actualmente este texto forma parte de la Antología Virtual de Minificción Mexicana (ver post del 25 de marzo).
ResponderEliminarLa fotografía original es de Alan Escoto (http://cinescopia.com/author/eliseo/).