martes, 12 de abril de 2011

Ninguna soledad como la tuya

Enrolla los cinturones de modo que la hebilla quede hacia afuera. Cuelga los pantalones por colores. Tiende la cama al levantarse, sin importar que ya sea de noche. Amontona botellas de agua Perrier en un estante de la cocina y velas decorativas sobre la mesa de la sala. Si pudiera elegir qué cosas llevarse a la isla desierta después de un naufragio se quedaría con su agenda, su taza de café -que es más un termo portátil- y alguna maleta de diseñador. Empaca en el último momento, cuando le llega la inspiración, y para no fallar lleva muchas cosas aunque termine por llevar muy poco de lo que realmente se necesita.

Siempre parece estar ocultando algo. Nunca ha encendido una vela. Aprende por imitación y, de alguna manera, es firme -muy firme- con sus principios, que parecen estar enterrados varios metros bajo tierra, como si fueran raíces. Camina mucho y tiene el don de producir soledad a su alrededor: no importa que esté acompañado.

Cuando está solo, se dice a sí mismo que extraña la compañía.


Pero no es verdad.




1 comentario:

  1. El problema con las soledades mentirosas es que nos hacen desconfiar para siempre de frases como "ponte cómodo", o "te extraño mucho".

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