jueves, 24 de marzo de 2011

Las moscas

Despierto a la mañana como el agua, cuando hierve. Me levanto, me desordeno, me enfrío de golpe y me pego sobre los cristales. Me hago preguntas retóricas en memoria de aquel tiempo, cuando tus dedos escribían las respuestas sobre mi piel. Me concentro, me agoto y resbalo, me deslizo por la herrería de la ventana y viajó aún más allá. Me vuelvo a dormir, porque no hay quien me derrame. Me ensucio, me enturbio, me encharco. Me dispongo a henchir los vientres alados que vendrán por mí.

Ahora, rezo:
que alguien me evapore,
antes de que comiencen los pasos.



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